10 de septiembre de 2008

Génesis o breve explicación
Años después, frente al tribunal de oposición, recordaría cómo vio la luz el Sexto Día por primera vez. Quizás el subconsciente aflora sirviendo de auxilio en esos momentos en que la racionalidad, incapaz de afrontar la realidad, se ve desbordada y sumida en ese caos que activa violentamente el pulso, no lo sé; lo cierto es que ante la mirada perpleja de un juez que esperaba con diez oídos mis declaraciones, vinieron a mi mente todas las tardes en que, tras haber engañado al estómago con varias cervezas y raciones, poníamos sobre la mesa de cristal de nuestro piso de estudiantes la botella del whisky más barato que encontrábamos. Esto se debía en parte a nuestra maltrecha economía, pero también a que existía en cada uno de nosotros la secreta convicción de que justamente aquella botella se había convertido en algo más que un simple botellón, era un símbolo al que el tiempo dio ese halo de grandeza que tiene todo lo sagrado. El primer vaso era un latigazo de fuego para las gargantas, que acostumbradas a las cervezas, necesitaban la transición muda del primer cubata. Pero los cerebros se deshacían progresivamente e iban fluyendo cada vez con más facilidad haciendo de las conversaciones un hilo de agua que se extendía y enriquecía con cada afluente, nuevas observaciones e ideas, absurdas o no, en las que nos íbamos demorando con la tranquilidad de quien sabe que su tiempo esta invertido de la mejor forma posible.
Fue ese el germen del Sexto Día, pues el señor Chaparro, pensador e ideólogo, y yo nos dimos cuenta de que si a nuestras sobremesas de whisky barato le aplicábamos la coherencia que evidentemente le restaba el alcohol, podíamos conseguir algún texto con la mínima calidad como para despertar el interés de algún lector curioso. Así, en cuanto tuvimos una oportunidad, nos pusimos a trabajar en un espacio al que bautizamos según la cosmovisión literaria del poeta Luis García Montero, quien además de abrirnos por aquellos años los ojos a la profundidad de la poesía, fue uno de los culpables de nuestra amistad. Desafortunadamente, por razones que no importan demasiado, el espacio cerró, pero ese día útil al que están condenados todos los poetas, seguía latiendo, e incluso creciendo como un manantial al que van llegando las aguas de esas conversaciones que ya sólo se repetían en la memoria. Por eso, al salir del tribunal de oposición, siendo ya consciente de mi fracaso, me propuse abrir la brecha que permitiese de nuevo ver aquel tiempo, recuperar el Sexto Día sería una buena forma de combatir esa derrota.
Y aquí estamos. No puedo deciros en qué consiste el blogg en su totalidad, realmente no lo sé todavía, pero sí puedo afirmar que en él tendrán cabida todos los textos posibles de una serie de autores que afortunadamente nacieron a la luz útil de un sábado. Dudo que leyéndolo disfrutéis tanto como yo llevándolo hacia delante, aun así, espero que os guste.

1 comentario:

chotio dijo...

Bonita iniciativa y la aplaudo (plas plas).

Os hago una crítica y por favor consideradla constructiva. Se hace más amenos sobre todo textos amplios como este, separar en párrafos porque cansa la vista un poquillo.

Saludos y buena suerte
adié