22 de septiembre de 2008


HERENCIA

In memoriam

Nunca conocí a mi abuelo
dicen que bebía

bebía y tenía la habilidad
de recuperar el tiempo
en relojes operados
a corazón abierto.
Lo imagino con la copa alzada

borracho, bailando
el tango eterno de los segunderos.
Sólo así se explica
este gusto por la melancolía
que ha llegado hasta mi sangre.
Porque quizás la poesía
sea marcar el ritmo
de la vida que pasa
confirmando nuestra soledad.
Porque así se escribe mi historia
desde los días
en que el vinilo eran
canciones tristes
en medio de la niebla.

Por eso baila
baila mi poeta
bebe y deja el legado
de los ebrios relojes
que a la muerte abandonaron.


(Fícpolis)

10 de septiembre de 2008

Rui Díaz Correia

Rui Díaz Correia es un escritor prolífico (o promiscuo) que cultiva todos los géneros, siendo el de la narrativa el que últimamente ocupa la mayor parte de su tiempo y trabajo, pues se encuentra inmerso en la que será su primera novela: Los hijos del Fakir. No obstante, aquí tenemos una pequeña muestra de su material poético, concretamente un texto extraído de su poemario Rumor de Raíz.



CONTIGO

“Se te cae el placer,
como al aroma se le cae el polen”
Juan Ramón Jiménez


Sujetémoslo fuerte.
Tu himen roto de deseo,
tu coño roto de amor,
las formalidades de entre
pliegues de arrugas de marcas de ropa caen
y una lágrima de placer

dormido
se forma bajo la cota que araña
de nuestras uñas.
Las espaldas quedan sin nombre,
carne, sangre,
viva piel,
y un hilo de pestañas que
cose tus manos a mi nuca.
Nos vendemos al otro
-una sonrisa y un cigarro siempre fueron
buen precio-,
y anillamos el vello de nuestra identidad
en sudor.
Pero la eternidad tiene un precio
y al estómago de la noche no
le quedan más estrellas que parpadear.
Demasiado duele dolerte.
Se va el ojo negro de la ventana
-voyeur nocturno y fugaz-
y somos tragados por mil
agujeros de luz.
Estás conmigo,
cerca,
pero tan lejos ya…
Tengo miedo de abrir la habitación a
los pasillos de la ciudad,
no quiero que lo que hemos sido
durante
cien horas, cien días, cien años,
escape de nuestras dos paredes una.
El cigarro fuma
lo poco que queda de nuestros alientos
y abrazamos lo que somos ahora
con manos de dedos gastados.

Han pasado dos años y,
por fin,
te me descubres
infinita
Génesis o breve explicación
Años después, frente al tribunal de oposición, recordaría cómo vio la luz el Sexto Día por primera vez. Quizás el subconsciente aflora sirviendo de auxilio en esos momentos en que la racionalidad, incapaz de afrontar la realidad, se ve desbordada y sumida en ese caos que activa violentamente el pulso, no lo sé; lo cierto es que ante la mirada perpleja de un juez que esperaba con diez oídos mis declaraciones, vinieron a mi mente todas las tardes en que, tras haber engañado al estómago con varias cervezas y raciones, poníamos sobre la mesa de cristal de nuestro piso de estudiantes la botella del whisky más barato que encontrábamos. Esto se debía en parte a nuestra maltrecha economía, pero también a que existía en cada uno de nosotros la secreta convicción de que justamente aquella botella se había convertido en algo más que un simple botellón, era un símbolo al que el tiempo dio ese halo de grandeza que tiene todo lo sagrado. El primer vaso era un latigazo de fuego para las gargantas, que acostumbradas a las cervezas, necesitaban la transición muda del primer cubata. Pero los cerebros se deshacían progresivamente e iban fluyendo cada vez con más facilidad haciendo de las conversaciones un hilo de agua que se extendía y enriquecía con cada afluente, nuevas observaciones e ideas, absurdas o no, en las que nos íbamos demorando con la tranquilidad de quien sabe que su tiempo esta invertido de la mejor forma posible.
Fue ese el germen del Sexto Día, pues el señor Chaparro, pensador e ideólogo, y yo nos dimos cuenta de que si a nuestras sobremesas de whisky barato le aplicábamos la coherencia que evidentemente le restaba el alcohol, podíamos conseguir algún texto con la mínima calidad como para despertar el interés de algún lector curioso. Así, en cuanto tuvimos una oportunidad, nos pusimos a trabajar en un espacio al que bautizamos según la cosmovisión literaria del poeta Luis García Montero, quien además de abrirnos por aquellos años los ojos a la profundidad de la poesía, fue uno de los culpables de nuestra amistad. Desafortunadamente, por razones que no importan demasiado, el espacio cerró, pero ese día útil al que están condenados todos los poetas, seguía latiendo, e incluso creciendo como un manantial al que van llegando las aguas de esas conversaciones que ya sólo se repetían en la memoria. Por eso, al salir del tribunal de oposición, siendo ya consciente de mi fracaso, me propuse abrir la brecha que permitiese de nuevo ver aquel tiempo, recuperar el Sexto Día sería una buena forma de combatir esa derrota.
Y aquí estamos. No puedo deciros en qué consiste el blogg en su totalidad, realmente no lo sé todavía, pero sí puedo afirmar que en él tendrán cabida todos los textos posibles de una serie de autores que afortunadamente nacieron a la luz útil de un sábado. Dudo que leyéndolo disfrutéis tanto como yo llevándolo hacia delante, aun así, espero que os guste.