29 de agosto de 2008

Dudas sobre los límites de la literatura
Si nos sumergimos en el estudio de la literatura desde un punto de vista teórico debemos plantearnos primeramente una de las cuestiones más importantes a la vez que complejas: ¿Qué es literatura?
Comúnmente se asocia la literatura con el texto, es decir, el lenguaje escrito es el elemento a partir del cual surge la literatura. Por lo tanto, a la hora de establecer un criterio para formular la necesaria definición hay que tener en cuenta el elemento lingüístico que nos indicará el lugar donde se ha de dibujar la frontera que distingue lo que es literatura de lo que no es literatura. Esto defendían los formalistas rusos. La famosa escuela aplicaba la lingüística al estudio de la literatura, y al ser la lingüística una cuestión de tipo formal, los formalistas hicieron a un lado el análisis del contenido y se centraron en el estudio de la forma literaria. Según ellos la literatura aparecía cuando se utilizaba un tipo de lenguaje especial, el lenguaje literario, que resultaba ser un conjunto de deformaciones de la norma: la literatura es una clase de lenguaje que contrasta con el que habitualmente utilizamos. Nos encontramos ya con dos lenguajes, el lenguaje literario y el lenguaje ordinario. Dejando a un lado la extraña afirmación de que sólo existe un lenguaje “normal”, nos importa ahora explicar como se consigue ese lenguaje literario, Jakobson afirmaba que éste se obtenía mediante la deformación del lenguaje ordinario. La literatura transforma e intensifica este lenguaje, se aleja sistemáticamente de la forma en que se habla en la vida diaria. Pero si buscamos ejemplos para verificar la teoría vemos que esto no es del todo cierto. ¿Acaso hay que tachar de no literario el fragmento de una novela que reproduce una conversación entre dos personajes que se expresan en un lenguaje del todo coloquial? ¿O una obra teatral en la que los personajes hablen sin metáforas, antítesis o rimas? La teoría tiene lagunas. Ver la literatura como la ven los formalistas es pensar que toda la literatura es poesía.
Dejemos el criterio lingüístico y analicemos la literatura desde otro de sus elementos primordiales. El comienzo de toda obra abre la puerta al reino de la ficción, reino sin el cual la literatura sería imposible. La ficción y, por lo tanto, la literatura comienza con un pacto implícito entre autor y lector: los dos eliminan determinadas reglas del mundo en que se encuentran y activan otras que funcionarán en el mundo imaginario que se propone. La literatura da vida a mundos ficticios independientes, la literatura consiste en crear una realidad. Podría surgir aquí el problema del carácter autobiográfico de algunos textos, pero hay que advertir que ninguna entidad real puede entrar a formar parte de ese mundo imaginario ya que todo lo que cae sobre dicho mundo termina por ficcionalizarse.
Al contrario que la teoría citada en un principio, la de la ficcionalidad sería aplicable a todos los géneros pero presentaría el problema de la imposibilidad de abarcar como “literatura” todas las formas mediante la cuales se construyen mundos imaginarios. Bien podríamos intentar establecer un criterio basado en la relación de la ficcionalidad y el lenguaje; la literatura consiste en crear una realidad a través del lenguaje. Una vez afirmado esto centrémonos en el género teatral. Es cierto que una función teatral tiene como base un texto creado por el dramaturgo y que los personajes reproducirán, aun así, en él funcionan otros elementos como la iluminación, la música o la misma gesticulación de los personajes, elementos propios de la escenografía. Surgen nuevas preguntas: ¿es el cine, al tener al guión cinematográfico como base textual, un género literario?
Ante la imposibilidad de una respuesta por nuestra parte, nos hemos limitado a plantear sucintamente una cuestión que nos pareció interesante. Invitamos a la reflexión y la elaboración de una respuesta que esperamos nos remitáis.
( Artículo extraído del Sexto Día original y escrito por Jesús Francisco Chaparro y Antonio Sánchez en 2007. )

26 de agosto de 2008

CONFESIONES DE UN MENTIROSO

Si llevas los ojos al verso
me encontrarás sentado frente a ti
en tu lado de la conversación
y con la mano alzada
en dirección a tu pecho.

Ahora levántate y anda,
caminemos juntos
verás que la ciudad nos proclama
como único testigo de nuestras vidas.

Ya estamos solos en la misma piel.

No intentes buscarme
continua leyendo, advierte
que estás articulando mi voz
que yo toco en tu corazón
paisajes dormidos,
cuerpos que no recuerdas
porque esa es mi primera misión
nacer dentro de ti,
conjugar todos tus hechos
en una geografía repleta
de calles y mentiras.

(Fícpolis)