30 de septiembre de 2009

HABITACIÓN ANÓNIMA

Sobre unas sábanas viejas
en una habitación en ruinas
donde sólo se escuchan
pasos perdidos
y una televisión lejana
dejas que esta noche
te duerman por fin las carreteras.

Pero a pesar del cansancio
la llama no se extingue
permanece suave en las esquinas
pues sabes que puedo amarte
incluso desde aquí,
no tener en cuenta las distancia
entre tu cuerpo y la ventana
en la que fumo y se enciende
como la esperanza en medio de la nada.

Doy así la espalda al mundo:
intuyo los soles de arena oscura
que arden bajo tu blusa
o esa mutua caricia de tus muslos
donde surge un corazón negro
que palpita y derrama su luz
en la cama de esta pensión,
triste como el escritor solitario
que tu imaginación asegura
ha dormido en ella.

Lo sé, el camino es largo.
Pero hoy basta de carreteras
que tenemos ya los ojos
cubiertos por el asfalto
de esta vida empeñada
en labrar nuestras palmas
con la tierra gris,
ceniza de los días.

Deja a un lado el sueño
porque también sé
que hoy los cuerpos nos llaman al placer
y el sentido de todo
está quizá en ellos
en ese sonido triste
que hacen al amarse.

Mañana volveremos al viaje.

Ahora sacúdete las sábanas
y déjame entrar a tu corazón
con un profundo latido
déjame llegar a la memoria
y a través de ella
floreceré en tu pecho si algún día
el cansancio te queda
tan pálida y triste
como esta pensión.

(Fícpolis)

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