15 de diciembre de 2008

Papeles viejos

Algún día disuelto en las estelas del futuro,
al embalar los recuerdos
para una nueva mudanza,
entre trastos viejos
aparecerán mis manos muertas.

Al cogerlas
limpiarás el polvo de sus dedos
con una mirada grisácea
seguramente triste
y recorrerás uno a uno
los versos cicatrizados.
Puede que la vida te parezca
un golpe súbito de luz
o las palabras
se posen en tus mejillas coloreándolas.

El pasado a veces
reúne sus fuerzas y llega
como un arma de doble filo
la dulzura al recordar un cuerpo joven
o la rabia de verlo
cruelmente marchito.

Cadáveres de papel
mis manos son las hojas
que caen desde el tiempo amarillas
con ese aroma a cerrado
que tienen las casas condenadas al olvido.

Creerás que estoy
aún a tu lado cuando me leas
y que mis dedos, todavía calientes
cortan tu espalda con el fuego
de quien tiene la vida
hecha un volcán en el pecho.
Tu cuerpo no tiene ahora
el peso lánguido de los años.
La palabra es agua que purifica.

Pero del mismo modo
alguien llama desde el presente,
y con un zarpazo en el oído
todo queda en el humo
que seca y destruye las fotografías.

Al embalar los recuerdos
para una nueva mudanza
yo no seré más
que un trasto viejo en la memoria.


(Ficpolis)

9 de diciembre de 2008

Igual que la tormenta
llena de arterias blancas la noche
un caballo suave eléctrico
ilumina mi cuerpo lo lleva
hasta el agua mansa del techo
hasta el amniótico estanque
donde mi sangre se oye
lejana y sucia como las sábanas
donde descansas tú:
piel condenada al hueso
momia que esperas abierta
mi caída en un puñal
certero para clavarte a la vida.

Y volver de nuevo a ti
ya no tiene sentido,
porque es este descenso
quien deja podrido el sexo y los dientes
enfermos de esa noche
en la que los yonkies jugamos
a vivir de la tormenta.

(Nocturnos)
Encuentro


Llegas tarde, rota la madrugada
en las uñas las raíces del silencio
y los pulmones infectados
con la violencia de la luna.

Te espero sin otra salida
sobre el círculo del espejo,
encerrado en las letrinas
del antro más parecido al infierno
que has podido encontrar.

Estamos solos

fuera, al otro lado de la puerta
el humo y el color de las luces
crecen violentamente
entre pupilas expandidas hacia el infinito.

Tú permaneces
inmóvil frente a mí
aunque el corazón te golpee
como una bestia encerrada
y gritas
tus dientes comienzan a masticar
la hiel de todas mis derrotas.

Yo he de ser sincero,
me cuesta mantener tu mirada
porque nadie me conoce como tú
nacido con la rabia
más profunda de mi fracaso.

Lo sé, hoy seré sacrificado,
vas a recorrer con mi nombre
las arterias de un sótano
en el que las bocas de metro
se abren húmedas al diablo.
Llegarás lejos
sabiendo que mañana
sólo quedará de ti
el recuerdo de esa gota de sangre
que perforado el cerebro
brotó de mi rostro
y cayó hasta tus labios.

(Fícpolis)