20 de enero de 2009

MARÍA MAGDALENA

y me agradecerás
la difícil tarea de tu supervivencia
Luis García Montero


Me veo
apenas
con la punta de las uñas torcidas
como el cauce de un incendio provocado.
Me siento
apenas
de sabor azul
como una cuchara quemada
y sé
que un tren no puede llevarme
de vuelta a casa.
Pienso en la sangre
como respuesta al asfalto
y en cómo la muerte
puede entenderse
por un corte de pelo.
Y sé
que unos pies no pueden llevarme
de vuelta a casa.
Me dejo llevar
por todos aquellos
que fingen ser mis amantes,
pero ninguno clama por mí
con la voz del penitente.
No hay salvadores en paro,
pero sí cruces vacías.
Y sé
que un hijo no puede llevarme
de vuelta a casa.
Y sé
que un hombre no puede
hacerme volver a casa.
Miro
apenas
mis uñas torcidas,
mi fuego incauto,
y pienso
en cómo la vida se echó a morder
como un extraño
que cree que el verano
es tiempo de regresos.
Siento
apenas
que mis párpados se cierran
como una ola sobre la arena
y me sumerjo, ebria,
bajo una brisa atemporal.
Pero sé
que un recuerdo no puede llevarme
de vuelta a casa,
que la memoria no puede llevarme
de vuelta a casa,
que mis pecados
no son ninguna casa.

Camino sobre un asfalto carmesí,
el sol, al frente,
como un punto cardinal,
pero uno distinto, nuevo,
que ya no da luz,
sólo oscuridad.

Rui Díaz Correia

1 comentario:

Sole González dijo...

En la condescendencia del reencuentro nace la insana necesidad de resucitar lo perdido.


pd: se agradece el aviso recordatorio de la existencia del blog, y sin ironías.